domingo, 23 de marzo de 2008

Milán y sus tradicionales aperitivos

Los milaneses son super fans de su costumbre local más apreciada: tomarse el aperitivo, lo que sería quedar con los amigos antes de cenar, mientras te tomas un cocktail, vermú o lo que se te ocurra acompañado de sus particulares “tapas”: los stuzzicchini.
Lo podrás degustar en cualquiera de sus bares de diseño sin problemas.

Pero si quieres acertar, debes ir al Roialto (Via Piero della Francesca 55), un local de culto entre los italianos y los extranjeros, donde podrás vivir un estupendo plan de aperitivo. ¡Salute!
Un sitio fashion para el aperitivo
Una costumbre Milanesa es el aperitivo, una copa antes de cenar, que la wikipedia describe como "Con aperitivo si intende l'usanza di ritrovarsi prima della cena per consumare stuzzicchini e cocktail solitamente analcolici o a contenuto alcolico non troppo elevato".

Es un verdadero acto social de ver y ser visto donde los milaneses despliegan sus mejores ropas y se mezclan unos con otros. Realmente vale la pena.

Funciona así:
1.- Entras y junto a la barra, casi no se ve, hay una caja registradora con gente haciendo cola. Esperas a la cola y cuando te toca pides la bebida(s) que quieres, la pagas y te dan un ticket.
2.- Te acercas a la barra y con el ticket te tomas tu cocktail o lo que hayas pedido
3.- Por todo el local hay platos de comida y cocineros preparando comida (pasta, ostras, sushi, quesos, brochetas, etc.), puedes picar gratuitamente lo que quieras, cuantas veces quieras.Aunque en teoría es para tomar una copa antes de cenar, puedes perfectamente quedarte un buen rato disfrutando del buen ambiente, el rollito, la gente guapa y la música.

Una copa sale por unos 7 euros, realmente barato si consideras que por esos 7 euros puedes cenar y estar disfrutando del sitio.
Es un enorme galpón, una especie de nave industrial a las afueras muy afueras de Milán. Para llegar hay que tomar taxi y son como 10 minutos desde el Duomo. El entorno es un poco feo, clásico barrio de los cincuenta que no tiene mucho encanto pero por dentro es una pasada. Un enorme local lleno de gente guapa con una fórmula muy original: Te compras una copa o un refresco y tienes acceso ilimitado a comer lo que quieras en los diferentes puestos donde camareros de blanco impoluto sirven comida: sushi, polenta con carne, pasta, ensaladas... puedes comer hasta llenarte por el precio de una copa.

Para cenar también es muy chulo, aunque la carta es cortísima. Las mesas son gigantescas, tanto que apenas puedes hablar con el otro lado pero la música es de lo más "in" que hay: jazz suave, chill out... Los platos son gigantescos y muy ricos, pero en los postres fallan estrepitosamente, apenas dos opciones con fruta.

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