lunes, 20 de octubre de 2008

El hotel Miró de Bilbao refleja el espíritu innovador y fresco del creador catalán

Su interior de diseño contrasta con un exterior vanguardista y muy funcional. El tamaño es una de sus principales bazas.

El hotel Miró, en pleno centro de Bilbao, a escasos metros y con vistas inmejorables sobre el Museo Guggenheim de Frank Gehry, se ha convertido en el oasis más preciado de la ciudad vasca, un trabajo del que se siente orgulloso su creador, el diseñador de moda Antonio Miró, que junto a Pilar Líbano en el interiorismo y Carmen Abad en la arquitectura, ha desarrollado un lugar sobrio, elegante y único.

Y es que este hotel posee una personalidad propia. Quizá ayude a ello el hecho de ser pequeño, algo que lo dota de una calidad humana muy apreciada. Estamos pues, ante el primer hotel boutique de Bilbao, un concepto que describe hoteles urbanos, pequeños pero exquisitos en todos sus aspectos, donde prima el detalle. En este caso encontramos un diseño interior frente a un exterior funcional y vanguardista.
En las habitaciones se ha buscado una luz tenue para crear ambientes cálidos que se combina con cortinas de terciopelo en lugares inesperados y materiales nobles. Sin embargo, los espacios son amplios, con una sensación de alta tecnología, donde prima el blanco y una decoración austera, impoluta. Las enormes ventanas dejan pasar la luz hasta el último rincón de las estancias. Esa luminosidad inunda el mobiliario y los textiles inmaculados. Las paredes y los techos son blancos, mientras que para los suelos se ha optado por tonos oscuros. El mobiliario es de diseño exclusivo para el hotel. Así, descubrimos piezas recubiertas de cuero casi blanco y lavabos cuadrados. Los cuartos de baño pueden integrarse en la habitación con el simple correr de una cortina.
Las zonas comunes han sido diseñadas para favorecer la conversación y la tranquilidad. Una biblioteca rodeada de butacas antiguas es el escenario ideal para leer la prensa o degustar un café. Se trata de uno de los espacios interiores más interesantes, en delicado contraste con la atmósfera tecnológica y pura del resto del hotel. Junto a ella destaca el bar Miró, donde escuchar jazz en directo los últimos jueves de cada mes.
El espacio es cálido, en tonos marrones y amarillos verdosos apagados, pero con sillas y mesas funcionales, enfrentadas a una bancada retro de piel verde oliva.
Los sofás tipo Chester y los sillones en piel de aire antiguo aparecen en las zonas de paso y en los lugares comunes, contrastando con el resto del entorno, un contraste suave pues los tonos son comunes y la geometría de las piezas modernas es tranquila y pausada.
Otro de los aspectos a destacar del hotel es su colección de arte contemporáneo. Las obras se encuentran en pasillos y salas y contribuyen a dotar a los espacios de carácter propio. Esta característica quizá se deba a una inclinación apenas oculta del hotel, marcado por la cercanía del museo de Frank Gehry y del Museo de Bellas Artes.
El hotel Miró cuenta también con un spa y una zona de gimnasio, bastante escueto y atmosférico, como todo el trabajo del reconocido diseñador catalán.

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Fuente: Antonio Lozano
http://www.gaceta.es/17-10-2008+guggenheim_antonio_miro_frente_gehry,noticia_1img,26,78,35148

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