Desde tiempos inmemorables Ibiza se ha caracterizado por albergar a un gran número de gentes que, de una forma u otra, han contribuido a configurar su historia y sus costumbres actuales. Pero fue hace más de 30 años cuando el movimiento hippie irrumpió en la isla para dejar una huella inalterable en ella y convertir a la mayor de las Pitiusas en un refugio para todos aquellos jóvenes disconformes con sus estilos de vida que buscaban, por encima de todo, cambiar un mundo que para ellos se había acostumbrado sobremanera a la comodidad y a obviar esas pequeñas cosas que sólo ellos supieron valorar.simpologist's
¿Aún quedan hippies?
La isla se convirtió por aquel entonces en una ruta obligatoria para 'els peluts', tal y como denominaban los lugareños a los que secundaban dicha corriente, a la hora de alcanzar la libertad y la espiritualidad de la que tanto oían hablar desde la India. Pese a que en su momento las comunas eran algo habitual y sus habitantes seguían a pies juntillas los fundamentos de su corriente, hoy día resulta complicado encontrar a individuos que mantengan la filosofía de vida de los antiguos hippies. Sin embargo, bien es cierto que todavía existen personas que continúan intentando vivir como lo hacían antaño. Las calas más recónditas (como las de Sa Pedrera o Punta Galera), los mercadillos hippies de las Dalias y Es Canar o las puestas de sol en determinadas playas se muestran como un punto de encuentro excepcional para ellos.
No obstante, resulta evidente también que todo aquello que les caracterizó en su momento se emplea hoy más que como una forma de evocar ese estilo de vida, como un reclamo comercial. De esta manera, los llamados 'hippie market' no son más que una aglomeración de puestos en los que la máxima parece ser la de atemorizar al turista con unos precios abusivos y, generalmente, mediante la venta de unos productos que nada tienen que ver con los artículos artesanales con los que ellos trabajaban.
En este sentido, las discotecas tampoco han querido desaprovechar la ocasión de sacar partido al atractivo que despierta entre la gente todo lo referente al mundo hippie mediante la promoción de fiestas como el 'Flower Power', espectáculos que, más que acercarse a la imagen de lo que supuso dicho movimiento, lo distorsionan en favor de unos buenos beneficios.
Pese a ello, esta peculiar filosofía ha arraigado de una forma u otra en algunos de los habitantes ibicencos, quienes aún recuerdan, con mayor o menor simpatía, el paso de esta generación. De hecho, son muchos los que aseguran que la isla mantiene cierto aire hippie, un pequeño reducto de esa forma de vida que por alguna razón desconocida se niega a abandonar el lugar donde hace ahora varias décadas el amor libre, la defensa del pacifismo o el respeto mutuo convivieron a la perfección desafiando todo aquello que se consideraba "políticamente correcto".
Fuente: http://www.soitu.es/soitu/2008/08/11/vidaurbana/1218467834_677714.html
¿Aún quedan hippies?
La isla se convirtió por aquel entonces en una ruta obligatoria para 'els peluts', tal y como denominaban los lugareños a los que secundaban dicha corriente, a la hora de alcanzar la libertad y la espiritualidad de la que tanto oían hablar desde la India. Pese a que en su momento las comunas eran algo habitual y sus habitantes seguían a pies juntillas los fundamentos de su corriente, hoy día resulta complicado encontrar a individuos que mantengan la filosofía de vida de los antiguos hippies. Sin embargo, bien es cierto que todavía existen personas que continúan intentando vivir como lo hacían antaño. Las calas más recónditas (como las de Sa Pedrera o Punta Galera), los mercadillos hippies de las Dalias y Es Canar o las puestas de sol en determinadas playas se muestran como un punto de encuentro excepcional para ellos.
No obstante, resulta evidente también que todo aquello que les caracterizó en su momento se emplea hoy más que como una forma de evocar ese estilo de vida, como un reclamo comercial. De esta manera, los llamados 'hippie market' no son más que una aglomeración de puestos en los que la máxima parece ser la de atemorizar al turista con unos precios abusivos y, generalmente, mediante la venta de unos productos que nada tienen que ver con los artículos artesanales con los que ellos trabajaban.
En este sentido, las discotecas tampoco han querido desaprovechar la ocasión de sacar partido al atractivo que despierta entre la gente todo lo referente al mundo hippie mediante la promoción de fiestas como el 'Flower Power', espectáculos que, más que acercarse a la imagen de lo que supuso dicho movimiento, lo distorsionan en favor de unos buenos beneficios.
Pese a ello, esta peculiar filosofía ha arraigado de una forma u otra en algunos de los habitantes ibicencos, quienes aún recuerdan, con mayor o menor simpatía, el paso de esta generación. De hecho, son muchos los que aseguran que la isla mantiene cierto aire hippie, un pequeño reducto de esa forma de vida que por alguna razón desconocida se niega a abandonar el lugar donde hace ahora varias décadas el amor libre, la defensa del pacifismo o el respeto mutuo convivieron a la perfección desafiando todo aquello que se consideraba "políticamente correcto".
Fuente: http://www.soitu.es/soitu/2008/08/11/vidaurbana/1218467834_677714.html
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